Introducción
[Fragmento]
Hugo Leyva Sánchez
Desde la reflexión en torno a las relaciones entre arte y comunicación, Nanni propone
radicales posturas relacionadas con la teoría del conocimiento, la fenomenología, la
filosofía de la ciencia y la estética. Tales reflexiones se pueden resumir en las siguientes
preguntas: ¿Quién determina las reglas de interpretación en el arte? ¿Un objeto o texto
funciona como signo cuando se convierte en arte? ¿De dónde deriva su artisticidad? ¿De la
estructura de su confección, de sus lecturas críticas o de la cultura que como tal la cultiva?
¿Cómo es que la crítica opera de frente a la obra? ¿Es posible una ciencia del arte? ¿Cuál
debe ser el estatuto epistemológico de la ciencia?
La pretensión de crear una ciencia autónoma que dé cuenta de los hechos del arte y
explique su especificidad es crucial para Nanni: el asunto para él es identificar claramente
dónde reside tal artisticidad y cómo se construye, sin la tiranía (absolutización) de la
estructura, del autor, o del intérprete. Y es aquí donde cobra importancia la dimensión
pragmática en la constitución de una identidad: no es a partir de la estructura de un texto o
de su posibilidad de significados específicos donde reside su identidad, sino de su uso
cultural. Cierto, después de la dimensión pragmática cobran importancia la sintaxis y la
semántica, pero no antes, en sentido lógico. ¿Y cuál es el nexo que liga lo pragmático
(agente extrínseco) con la sintaxis y la semántica (agentes intrínsecos) en un texto?
Una persona, por ejemplo, puede tener varias identidades (significados) que lo interpreten
como profesor, como marido, como ciudadano, como político, etcétera; pero éstos
significados sólo pueden ser posibles a partir de la identidad primaria "hombre", que hace posibles las segundas significaciones. Recordemos que el sólo hecho de nacer, por sí
mismo, no vuelve humanos a los hombres, sino su identificación cultural, precisamente,
como tales. Ejemplos en la historia hay muchos en los que no todos los hombres son humanos. Ser humanos y no cosas es una decisión de la cultura, y no todas las culturas
deciden igual. Ahora, nosotros como individuos no tenemos ningún poder respecto de tal
decisión. Nada podemos hacer, individualmente, para ser considerados en vía primaria
humanos o no, fue una decisión del a priori cultural, en el que las cosas o las personas nada
pueden hacer respecto a la creación de tal identidad primaria. En el campo del arte,
podemos decir que el escurrebotellas de Duchamp no se convirtió en arte por función suya,
sino gracias a la poética de Duchamp, que lo trasladó de la cantina a la galería de arte,
delegándolo a funcionar, precisamente como arte y no como escurrebotellas. Las cosas
funcionan diferentes en el segundo espacio, el de la significación: el escurrebotellas, una
vez que tiene la identidad de arte, conferida por la cultura a través del lugar “galería”, no
puede ser llamado rojo si no lo es, ni cuadrado si es redondo; en suma, no puede ser
significado con la mentira. El arte es pertinencia de la estética (o estudio estético
científico) solo en el primer espacio de la identidad, el llamado espacio genético, en el que
hablamos de la identidad del arte. En el segundo espacio, el resolutorio, la obra como texto
ahora sí se reapropia de la posibilidad del discurso que lo atañe, y el plexo de su
interpretación se jugará entre las características propias del texto y los límites culturales del
crítico (o intérprete). El crítico podrá decir de la obra solo lo que puede, lo que su
investidura cultural le permite leer en la obra, haciendo obviamente las cuentas con su
materialidad. En el mundo contemporáneo, la cultura legitima para la obra de arte una vida
polisémica, en relación pertinente con el crítico que construirá el significado de esta en
relación con los paradigmas o prácticas que posea.
¿Qué es el arte, entonces? Su identidad depende absolutamente del tiempo y el espacio del
que se trata, del contexto cultural, vaya, y en este sentido, el arte es aquello que se ha
decidido que sea arte, por muy obvio que suene. La obviedad de inicio desaparece cuando
empezamos a indagar sobre la pertinencia e identidad de aquello que la cultura decidió
como arte. Debemos tener siempre en claro que las identidades, las esencias, son móviles
históricamente, y a partir de esta toma de conciencia, ahora sí, podemos construir esquemas
y modelos para describir sus significados temporales, y no perdernos en consideraciones
absolutistas, como las que caracterizan a muchas de las posturas semiótico-estructuralistas y posestructuralistas de las últimas décadas. Nanni considera que una teoría general de la
comunicación, así como una nueva semiología del arte, debe partir de estos fundamentos.
El silencio de Hermes
Editorial: UMSNH / Facultad de Filosofía "Dr. Samuel Ramos Magaña" / Silla vacía
Año: 2019
Edición: Primera
Traductor: Hugo Leyva Sánchez
Formato: Rústico
Páginas: 230
Ancho: 13 cm
Alto: 20 cm
ISBN: 978-607-98445-8-5
Precio: $150 ( https://bit.ly/2Ri2ICM )