Juan Cabrera
Cristo tuvo miedo a su muerte como hombre en la inminencia de ella, iniciando en el Huerto de los Olivos. No obstante que es Dios, quiso entregarse al misterio humano. Sabe de la inmortalidad de su alma, y está seguro de la resurrección y gloria de su cuerpo humano, y a pesar o a causa de ello, empieza a sentir pavor y angustia de su naturaleza de hombre. Sabía del terror humano que iba a sufrir en su agonía, que sumido en ella se mantuvo en la oración. Sabe muy bien que ese cáliz no podría ser apartado, a pesar de que lo había cuestionado al Padre como hombre, pero lo acepta y se mantiene firme hasta el final. Todavía en la crucifixión llega a exclamar: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”., la hondura de ignominia máxima, donde por debajo ya no hay nada.
Los apóstoles también fueron invadidos por el miedo, se espantaron y se escondieron; además, tuvieron confusión y tristeza.
Pero luego, la gran noticia: ¡la luz de la resurrección! La luz de la alegría e inmortalidad.
Desde muy antiguo se llevaba a cabo en miércoles, jueves y viernes santos un oficio llamado: “Oficio de Tinieblas”, el cual debía empezar de tal manera que terminara después de la puesta del sol.
Se apagaban todas las luces del templo y se usaba un candelabro de cabeza triangular con 15 velas, llamado tenebrario, en la Catedral de Morelia, aún existe un tenebrario barroco, que se muestra aquí, cuyas velas se encendían una vez colocado cerca del presbiterio del lado donde el diácono canta la epístola.
Se dice que once de las 15 velas, amarillas, representan a los apóstoles, Judas Iscariote, ya no contaba, y las otras velas blancas a las tres Marías que lo acompañaron en la pasión, y otra, la superior y central a la Santísima Virgen María.
Se procedía a rezar la vigilia con Salmos y lecturas de la pasión de Cristo, y se iban apagando progresivamente las velas simbolizando el “ apago” de cada apóstol por el santo miedo y confusión de fe, hasta la última central, que para otros también finalmente se apagaba para simbolizar el momento de la expiración de Jesucristo; entonces todo queda oscuro y todos los fieles golpean las bancas tenebrosamente evocando el terremoto y estrépito que se vivió en la expiración terrenal de Jesús y sacudió a los que estuvieron presentes en aquel momento de tinieblas. – “En verdad este era el Cristo, el Mesías de los profetas, el hijo de Dios.”
Así pues, fue absolutamente preciso que ese miedo que todos vamos a vivir, sobrepasara infinitamente todos los miedos, como Jesús sobrepasó todo. “Y sumido en su agonía, insistía más en su oración”.(Lucas).
Tenebrario: Candelabro de cabeza triangular con 15 velas
Juan Cabrera Aceves: Es ingeniero civil, perito valuador de inmuebles, maestro en restauración y doctor en arquitectura.