De la serie “POEMAS PARA DORMIR ÁRBOLES”
TRICOTILOMANÍA OTOÑAL/ ABDÍAS MARTÍNEZ
Tengo en el corazón un reptil que me araña
tratando de volver a sus piedras azules.
Fernando Valverde
Estrepitoso caer de las hojas,
desprendimiento inoportuno
para perdernos de la copa a las raíces,
del sabor del sol,
el crujir del viento y el agua.
Plañidera
la tierra nos recibe ahogados de savia,
nos espera fragmentados en cada hoja;
vergonzoso quebranto,
fugitivo desprendimiento de pecíolos,
alivio inconsistente en la movilidad de las ramas,
otoño que cae
con las hojas perdidas.
ARBORMORTIS / ABDÍAS MARTÍNEZ
…quizá no sea tan malo estar muerto. Al menos, a un cadáver
siempre le queda la compañía de las moscas…
César Mallorquí
Hay quienes desfallecemos
con el crepitar del subterráneo e inexorable invierno,
abúlico ante el ominoso fragmentar íntimo.
Hay quienes perdemos el alma aserrada
muriendo desde el centro,
al último respiro pigmentado en corteza,
límite mientras escuchamos caer las hojas
en tierra abierta, en flor abierta que se me da enraizada al olvido,
latidos despojados en el batir
del soplo negro aletargado,
de lepidópteras cenizas de mis pies,
sueños metálicos tallados en alas verdeazules.
Desorientado en el tropiezo de mi nombre caigo al suelo, presiono;
me estampo contra el polvo en caída libre, silenciada.
Termina el respirar de las ramas abiertas, extendidas,
carcome el frío subsuelo, socava.
Deshidratado me desconoce la tierra fértil,
desciende al subsuelo mi temperatura corpórea,
la hipostasia de mis ramas,
lividez de hojas,
putrefacción del fruto;
algunas muertes se huelen a lo lejos.
Hay quienes parten en estrepitoso canto,
solos, extraviados, tan faltos de llanto;
otros morimos en silencio,
acompañados a secas del corrosivo beso díptero.
Espérame allí donde estés;
aquí no hay más verde, no hay.
ÁRBOL II/ ABDÍAS MARTÍNEZ
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas moradas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
Pablo Neruda
Habrá días
en los que el sol no acariciará éstos pies,
ni arrullará la cima.
Llegará el día
en que se diluya el verde
para vestirme de gris,
en que las cautivas hojas
busquen esclarecer sus sueños
en la primera,
cuarta o décima
noche de invierno.
Dejará de aletear el agua en mis entrañas
y secará la médula.
Podré sentirme muerto,
pero éste y todos los inviernos:
seguiré de pie.
Abdías Martínez
Soy el venado negro de la familia, los miedos de mi madre y las alas e impulso de mi padre. Soy “Poeta en su tinta”, Sanctasanctórum, 14, Secreter, mar y entraña púrpura, Poemas para dormir árboles, jueves, Komorebi de fondo, una lágrima creciente que no encuentra soporte en el infinito; desde diciembre del 2008: Nardos y cardos, dos gatos infinitos, Casa boreal verde, ronroneo azul, “Undívago”. También digo cosas a veces y a versos, pero eso no importa