La calle del Ratón es la misma que hoy día se llama Melchor Ocampo y que cuenta con algunas edificaciones emblemáticas como el Teatro Melchor Ocampo, esquina de la Facultad Popular de Bellas Artes, Escuela secundaria Popular Carrillo Puerto, además de ser un andador cultural en el que se ubican La Casona del Teatro, El Corral de la Comedia; Sala de Prensa Estatal, La casa del Festival Internacional de Cine, imprentas y restaurantes.
La nomenclatura de esta calle se ha modificado como todas las del Centro histórico y de acuerdo con Chávez, A.. (1987). Morelia y sus Nomenclaturas. Morelia, México: FIMAX. esta arteria urbana, de la antigua Calle delRatón, hoy Melchor Ocampo se llamó de las siguientes formas: en 1794, calle de las Alcantarillas (tramo) o calle 10a. de las Alcantarillas; pero a partir de 1840, recibió la nomenclatura de calle del Ratón, paralela a las calles de San Nicolás, ahora tramo de la Avenida Madero Poniente; por el lado sur; y de las Rosas ,ahora tramo de la calle de Santiago Tapia, por el lado norte. Además en 1869: Calle de 1ª de Allende (tramo) y, para 1929 la calle de Melchor Ocampo (tramo).del sector actual República.
Dice Alejandro Rodríguez Chanure en el blog Morelia Antigua Historia que la antigua calle del Ratón se puede referir a partir del periodo colonial, cuando formó parte de la antiquísima Calle de las Alcantarillas (hoy calles de Melchor Ocampo y Aquiles Serdán), siendo esta la última de diez manzanas que la conformaban.
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En la calle del Ratón; para el año de 1869 se realiza una nueva nomenclatura nacionalista, esta abarcaba por completo la actual calle de Melchor Ocampo.
La Calle del Ratón, va de oriente a poniente e inició a partir de las esquinas de las calles de 1ª y 2ª de Jazmines, ahora cruce de las calles de Guillermo Prieto y Melchor Ocampo, en el extremo oriente; y terminaba al encontrarse con la calle de la Compañía, actualmente el andador Nigromante.
Como es de suponerse las casas que se encontraban en esta calle a principios del siglo XIX, eran no solo de puerta y ventana, también fueron hogares de importantes personajes como el arquitecto de la Catedral Metropolitana, y familias más acomodadas como la Macouzet, o el Colegio de San Nicolás y la parte trasera del antiguo Seminario Tridentino. Durante el siglo XX, prevalecen construcciones emblemáticas como el Teatro Melchor Ocampo, la Facultad Popular de Bellas Artes, el Café del Prado, La primigenia estación de radio la SEI. hoy la Casona del Teatro, el Corral de la Comedia, la Sala de Prensa Estatal.
La nomenclatura que le dió el nombre del peculiar roedor es gracias a la historia siguiente:
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De los tiempos de Duendes, Suspiros y Serafines: las antiguas nomenclaturas morelianas
“Era el año de 1811, la ciudad de Valladolid pasaba días de espanto y de terror. Don Torcuato Trujillo, suprema autoridad militar, era la personificación de la crueldad; tanto que hizo exclamar a Calleja: Trujillo es un loco con una espada en las manos.
Muchos vallisoletanos andaban peleando al lado de los insurgentes y las familias de estos eran constantemente objeto de vejaciones. A mayor abundamiento, Manuel Muñíz, el célebre guerrillero, había atacado dos veces la ciudad en aquel mismo año (28 de mayo y 19 de julio) y Trujillo, enfurecido, descargaba su ira contra los sospechosos de convivencia con los americanos.
Entre los vecinos de Valladolid que militaban en las filas de Muñíz, se encontraba don Manuel Villalongín, persona de familia medianamente acomodada, que tenía en la ciudad a su esposa con dos pequeñas hijas.
Doña Josefa Huerta Escalante que así se llamaba la esposa de Villalongín, recibía frecuentemente cartas del campo insurgente, pues era un hábil y entusiasta propagandista de la causa nacional.
En los últimos días de agosto, recibió doña Josefa una carta de Muñíz, fechada en Acuitzio en donde tenía su Cuartel General y dirigida al Teniente José M. Monroy, que militaba a las ordenes de Trujillo.
Monroy era un valioso elemento que los insurgentes necesitaban tener de su parte, y en la carta de Muñíz lo invitaba con las frases más patéticas y sinceras a que se pasara a <<la justa causa de la Independencia; pues no había razón para que estuviera defendiendo un injusto derecho, que nada más por capricho lo querían sostener los ultramarinos a costa de las vidas de nuestros mismos hermanos>>.
Doña Josefa recibió la carta para hacerla llegar a su destino; ¿más de quién valerse para conseguir tal objeto?
En el propio regimiento militaba como corneta mayor José Villaseñor, alias “El Ratón”, joven de veinticinco años, apuesto garboso, hijo de la propia ciudad, Villaseñor cultivaba relaciones amorosas con una joven amiga de Doña Josefa Huerta, llamada Josefina Navarrete; con ella pues, irían a entrevistar a Villaseñor y éste sería el conducto más seguro para que la carta llegara a manos de Monroy.
Dicho y sucedido, el día 2 de Septiembre, como a las nueve de la noche, las dos mujeres fueron a entrevistar al corneta mayor en el cementerio junto a la catedral, y allí lo convencieron para hacer llegar la carta de Muñíz a su destino. El infortunio quiso, sin embargo, que aquella empresa fuera desgraciada. Delatado el Ratón fue preso y sometido a un Consejo de Guerra el día 3 de septiembre. En el expediente que se formó con tal motivo claramente consta que fue sentenciado a muerte, la cual se aplicó al día siguiente, 4 de septiembre, entre una y dos de la tarde, muriendo José Villaseñor alias “El Ratón”, con la entereza, valor y energía de los que, conscientes mueren por una causa justa. Este valiente vivía en la última cuadra de la que es hoy calle de Melchor Ocampo”.