Juan Cabrera Aceves
En la cápsula anterior anoté la representación trinitaria en esta figura geométrica, que estructuralmente es indeformable tanto en la teología como lo es en la física estructural, es el único polígono estructuralmente rígido en virtud de su geometría; es autosuficiente, sus tres lados resuelven las tensiones opuestas en una totalidad sólida que no necesita soportes: Amor, Espíritu y Luz.
En la Edad Media asombró la demostración de representar a todo lo que es, a todos los números, siendo estos 1, 2, 3… al 9, (porque ya el 10 es un 1 y un 0), entonces el 1 es el inmutable que se contiene en todos y el origen de todo, el Alfa, se contiene nueve veces en el 9, que es la omega. En la base de que cuando un número se multiplica por sí mismo, se potencializa, se eleva a lo ancho y largo de este mundo, ejemplo: 3×3 = 9. Multiplicarse por sí mismo tres veces es elevarse a la tríada, a la perfección .
Así, los medievales componían una cifra compuesta por “nueve unos” y al multiplicarla por sí misma , [111,111,111 x 111,111,111], la encontraban = 12345678987654321. secuencia del 1 al 9 y del 9 al 1, en una misma cifra, que graficándola es un triángulo perfecto: el Alfa y la Omega en la Triada.
El número tres y el triángulo nos proyectan a la rigidez de los atributos trinitarios del Ser supremo: Omnisciente, Omnipresente y Omnipotente.
Leonardo Pisano, alias “Fibonacci”, matemático del siglo XIII, estudioso de los árabes, hijo de un italiano de nombre Bonaccio, escribano y mercader italiano que trabajó en el norte de África, propició en el talento de su hijo Fibonacci el estudio de numerosos documentos griegos y árabes que él supo traducir. Regresando a Pisa, su tierra natal, escribió magistralmente su “ Liber abaci”, libro del ábaco, la “Práctica geometriae“ en 1220, “Flos“, 1225, “Liber quadratorum“, en 1225, y “Epistula as Magistrum Teodorum“.
Entre las curiosidades que descubre Fibonacci, está el triángulo de lados que miden 13, 14 y 15 , que no es equilatero, ni isósceles , ni rectángulo; este al subdividirse en dos triángulos rectángulos en el eje de su altura , se produce en ellos lados medibles en los números enteros 5, 9 y 12; que Piero della Francesca, lo utiliza como método para calcular la altura de un triángulo cualquiera, pero que también admite dentro del mismo la inscripción del círculo, donde su radio resulta siempre número entero y al unir su centro con los tres vértices, se forman tres nuevos triángulos.
Hoy Fibonacci, se ha hecho famoso por su serie numérica “Código da Vinci“ , que no es serie, sino secuencia, la que encontró sin querer en un ensayo financiero que hizo para un granjero, y que es: 1,1,2,3,5,8,13,21,34,55,89,144…., y que para el que aquí escribe , nos dice para la vida: “súmate al que viene atrás, y ponlo adelante“; suma el 0+1=1; 1+1=2; 2+1=3; y así sucesivamente, encontrando que el cociente de dividir dos términos consecutivos, tiende al “número de oro”, ej./ ( 144/89)=1.618 ; curiosamente en el doceavo paso de la serie o secuencia, es que aparece el número 144, de gran significado bíblico, “todos , somos salvos”.
La proporción aurea que contiene el “número de oro”, la aplicó Alberto Durero en sus magníficas pinturas, Palladio y Miguel Ángel en la arquitectura; El filósofo matemático francés Rene Descartes sin conocerla la intuía; Kepler la cita como una de la “ joyas de la Geometría“, luego parece olvidarse por un tiempo, y en el siglo XIX vuelve a recordarse por Zeysing y Fechner, para después inspirar a Le Corbousier, quien la ensaya y combina en rectángulos modulares de dimensión humana que introduce triunfalmente en su arquitectura.