Cada 2 de febrero, se conmemora el día de la candelaria, que se celebra 40 días después del 24 de diciembre, del nacimiento del Niño Jesús, y que se levanta al hijo de José y María, para llevarlo a presentar al templo. Para los católicos la conmemoración tiene varios significados dice Juana de la Cruz doctor, enfermera jubilada y de más de 75 años, quien cuenta como vive la tradición y lo que observó por las calles de Morelia.
“Desde que era pequeña, en casa junto a mi mamá y hermanos, esta fecha era de fiesta, desde la comida, los padrinos del niño Jesús, quienes compraban su vestimenta, llevaban comida a casa y la compartían en el hogar donde además luego de la misa, al regresar la familia dueña de la figura del nacimiento de Dios, daba tamales y atole, para celebrar la candelaria”, recordó la hoy abuelita de 4 niños a quienes quiere legar esta tradición.
Dijo la mamá de Geni, Nalle e Ixchel, que levantar a l niño Días es un ritual porque se debe preparar todo con anticipación y no al “ahí se va”, “uno debe pensar de qué vestirá al Niño, si le va a quedar su ropita de la advocación que se vestirte ese año; en qué lugar de la casa se debe colocar para que esté seguro, llevarlo a misa y si, preparar o comprar los tamales para compartir con la familia, que además serán de maíz”.
Todo lo anterior no se prepara en un mismo día, debe de pensarse desde la partida de la rosca, cuando salen los muñequitos que representan paz, amor y prosperidad, son los dones del niño Jesús y por ellos se debe agradecer, manifestó.
Esta es una tradición antiquísima, que recuerda y ella quisiera prevaleciera como un símbolo de amor entre las familias, desde compartir el pan hasta los dones de cada miembro de quienes también son familia porque son padrino y madrina de esta conmemoración.
Las tradiciones cuestan.
Para vestir este año al Nino Jesús, una familia gasta entre 300 a más de mil pesos, los trajecitos que son muy variados y de distintos materiales no se venden por menos y de acuerdo a la talla, la advocación, el material y hasta el día de la compra los costos se elevan. Cerca de las inmediaciones del mercado independencia, los puestos que venden estas prendas se dejan ver multicolores y con imágenes de bulto de muchos tamaños.
“Antes estos puestos se miraban por toda la ciudad y la gente se preparaba con canastos de mimbre que también adornaban, se bordaban carpetas y se llevaba aliño Jesús”. Hoy día no hay tantos puestos y los tamales son pretexto porque muchas personas no conocen el sentido de este compartir el alimento. Sería muy bueno rescatar la tradición desde su sentido y agradecer por las bondades que se recibirán este año, manifestó la enfermera jubilada, que cada año sigue la tradición en su hogar.
Hoy día los tamalees si se hacen requieren de tiempo y amor, cosa que las mujeres ya casi no tienen pues además de amas de casa son trabajadoras y cumplen con horarios. Comprar un tamal cuesta entre 14 y hasta 30 pesos, si pensamos en una familia promedio de integrantes que consuman dos tamales cada un, estamos pensando entre 140 y 300 pesos, sin contar la bebida para celebrar.
“Hoy día la crisis económica, la falta de tiempo y el desconocimiento de la tradición hace que se pierda entre el diario quehacer de la rutina, pero aún hay familias que guardan este mensaje en sus corazones. Sobre todo en el campo porque las semillas son importantes para la subsistencia de ellos y cumplen un ritual y un ritmo anual de siembra, cultivo y cosecha”. Finalizó la entrevistada.
Nuestras celebraciones son mestizas
Por otro lado, se indica que cada 2 de febrero se conmemora el nacimiento del Sol en el calendario azteca, que también coincide con el comienzo de la temporada de siembra, y el maíz es justamente el alimento principal entre las culturas mesoamericanas y, para conmemorar el inicio de esta temporada los aztecas realizaban diversos rituales en honor a Tláloc, Chalchiuhtlicue y Quetzalcóatl. En estos rituales se servían productos elaborados con maíz -entre ellos los tamales- como ofrenda para los dioses, dice fundacionunam.org.mx
Así que en los poblados y en el campo, las personas además de vestir al niño Dios ese día, llevan al templo las semillas que cultivarán en la siembra, para bendecir su cosecha y que principalmente son granos de maíz.