Por Cecilia Sierra
Por desgracia, la violencia e inseguridad que prevalece en Michoacán ha superado límites antes inimaginables, afectando la vida cotidiana de niños y adolescentes, especialmente en las ciudades y zonas urbanas.
Los menores ya no son ajenos al conocimiento de que afuera, en las calles, ocurren homicidios y hay peligros.
La violencia es tan recurrente que es necesario educar a los niños, niñas y adolescentes sobre cuidados personales, como evitar estar en las calles a determinadas horas de la noche, a ciertos vehículos.
Los niños han sido relegados de los espacios comunitarios y poco a poco van perdiendo autonomía, ya no pueden salir a jugar porque puede acontecer una balacera y quedar en medio del fuego cruzado, como ha sucedido en lugares como Uruapan o Buenavista; las escuelas, espacios de enseñanza y convivencia, han cerrado en muchas ocasiones por la inseguridad y la violencia.
Michoacán ocupa el tercer lugar nacional de homicidios de niños, niñas y adolescentes, la mayoría varones, y también la mayoría cometidos con arma de fuego, de acuerdo a las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
No obstante, el riesgo latente, un grupo de niñas y adolescentes de la Casa Hogar Gertrudis Bocanegra han elegido la incertidumbre de las calles sobre la seguridad de la casa de asistencia social.
Así es, las menores no quieren estar más en ese espacio, reclaman omisión de cuidados y mala calidad en los alimentos.
En el transcurso de las última tres semanas, las niñas han intentado salir del lugar en al menos tres ocasiones por semana, no saben a dónde ir, pero tienen claro que no quieren estar allí.
La respuesta del Sistema DIF Michoacán ha sido la instalación de un operativo policial con tres patrullas y 12 oficiales, como si se tratara de un centro penitenciario, no obstante, que alegan que no están allí privada de la libertad, lo cierto es que tampoco gozan de autonomía y no pueden salir de ese espacio solo porque sí.
Con tantos agentes cuidando su principal punto de escape, las niñas se han atrincherado en más de una ocasión en la azotea del lugar, pero no han logrado su cometido.
El hecho ha sido condenado por la organización civiles, la vocera de Redes por los Derechos de la Infancia, señaló:
“Será necesario investigar y escuchar las causas de éstas chicas, para entender las razones por las que quieren fugarse. Ahí está la clave de solución al problema y no someterlas al silencio o a las represalias”.
A este reclamo se sumó Tejiendo Redes por la Infancia en América Latina, pero sus exigencias por los derechos de las niñas y adolescentes han sido ignoradas, se han limitado a amordazar a las policías.
La dirección de la casa de asistencia les ha instruido a los agentes de la Guardia Civil a no hablar con las niñas e impide que la Policía Morelia acuda al lugar, ya que no quiere se ventile que las fugas acontecen casi cada tercer día.
Cecilia Sierra. Por ser nueva en esto, amerita una presentación, así sea de pasadita. Por azares del destino hace nueve años pase de la enseñanza del arte, la cultura y las humanidades al periodismo, primero en la fuente del Ayuntamiento y después a la mal llamada nota roja.
Para muchos de mis compañeros mi color de piel y peculiar acento terracalenteño achilangado les generaba curiosidad, al inicio, de allí que pensarán que era costeña. También algunos funcionarios.
No sabían de dónde había salido, no soy periodista de profesión, no tengo parientes en el gremio ni en la Administración Pública, bueno ni familia en la ciudad.
Un pez solitario en este mar de asfalto.
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