Ramón Sánchez Reyna
Morelia-Manuel González Galván. Manuel González Galván-Morelia, conjunción indisoluble. La vieja Valladolid de Michoacán le vio nacer y le propició el escenario para formarse como artista: dibujante, pintor, escultor, fotógrafo, arquitecto e historiador del arte.
El arte plástico lo hereda de la vena familiar. Su abuelo Francisco Galván Arroyo –formado en el Colegio de San Nicolás, donde cursó la catedra de dibujo y pintura- dejó testimonios tempranos de su dominio del dibujo surrealista. También la madre del homenajeado Guadalupe Galván Rábago, ejercía en la pintura.
En Morelia tuvo como mentor a Joaquín Pérez Busta. Formado desde la academia en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura “La Esmeralda” en la Ciudad México, destaca como su maestro en litografía el costarricense Francisco Zuñiga, mientras que en sus visitas constantes a su natal Morelia, trabajó grabado con Alfredo Zalce.
Dos temas dominan básicamente su producción, Morelia, a la que él convierte en una devoción perenne y lo religioso, ocupando lugar especial lo angelical.
En la pintura al óleo es donde Manuel González Galván patentiza su lenguaje personal. En ella es relevante el colorido que, aunque con variantes, en cuadros de una misma época, dominan los colores blanco, azul y rojo, lo que se puede apreciar en la obra que hoy aquí se presenta.
Formado en su educación básica en Morelia, emigró a la ciudad de México para cursar el bachillerato en el Instituto patria –a cargo de los jesuitas- y posteriormente ingresar a la Facultad de Arquitectura de la UNAM, en donde tuvo como mentores a al arq. A. Mariscal, de cuya catedra proceden algunos trabajos que aquí se presentan y que corresponde a la modalidad de “arquitectura de cascaron” que Félix Candela enalteció en nuestro país.
A la vez el joven González Galván asistía al área de humanidades de la propia Universidad Nacional a tomar clases de historia del arte con profesores del prestigio de don Manuel Toussaint, Justino Fernández y Francisco de la Maza, teniendo como condiscípulos a una pléyade de jóvenes: Elisa Vargas Lugo, Jorge Alberto Manrique, Danilo Ongay, Teresa del conde Xavier Moyssén, entre muchos otros.
Por esa misma época, 1952, el Instituto Nacional de la Juventus, convocó a un concurso de “Arte Joven”; quedaron al final seleccionados 20 artistas, entre ellos dos michoacanos: J. Jesús Escalera Romero y Manuel González Galván. El Premió consistió en diploma, incentivo económico y beca para estudiar en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura “La Esmeralda”.
Al evocarlo como artista plástico –tema que es la columna vertebral de esta exposición- el joven Álvaro Manuel traía ya la vocación en las venas, así lo reconoce su maestro de vida Francisco de la Maza.
En Michoacán –y en el país, por qué no- es conocido como historiador del arte y arquitecto restaurador; su actividad es poco conocida, siendo hasta el año 2001 que la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo le rindió un reconocimiento al través de la exposición “Manuel González Galván. Retrospectiva/obra plástica”.
De entre los dibujos que ahora se presentan destacan una serie de autorretratos realizados principalmente en la década de 1950. Así mismo algunas obras de tema religioso, y en particular angelical. Lo religioso está presente casi siempre en su producción y a la par la arquitectura de Morelia.
Su acendrado amor por Morelia, hizo al artista buscar la manera de llevar a la ciudad ostensible y pasearla consigo en hermosas corbatas en las que pintaba al óleo temas urbanos, arquitectónicos y heráldicos, tenemos a la vista la Catedral y un escudo referente a la Escuela de Medicina.
Técnica innovadora es el esgrafiado sobre película velada de 36 x 24 milímetros. Podríamos decir que es algo singular, porque no tenemos noticias de que algo similar se haya hecho, por lo menos en México. Se trata de finos esgrafiados con punta de alfiler que crean un negativo al momento en que la pieza de diminuto tamaño se proyecta.
Un pintor formado en academia no podía dejar de lado lo contemporáneo a su época productiva. Así Manuel González Galván realizó varias obras de pincelada moderna, entre las que se exhiben ahora destacan un Cristo pintado sobre tabla, Cristo patriota, tormenta obscura sobre Morelia y lluvia llanto. Esta última es una panorámica de la antigua Valladolid, en la que se observa que las nubes lloran por la ciudad; en esta y otras piezas sorprende el trato que dio el artista al aplicar las reacias pinceladas sin dibujo previo.
Al observar de nuevo la pintura de González Galván, encontramos que existe en ella en cuanto al manejo de la luz concentrada hacia el centro temático del cuadro y la libertad de pincelada rica en texturas reminiscentes de impresionismo y expresionismo, como puede verse en varios de sus óleos cuya temática es la ciudad de Morelia.
Llama ahora mi atención un óleo de 1958 que constituye un paisaje arquitectónico de la ciudad de Guanajuato, en el cual, el joven artista de 25 años demuestra que posee lenguaje propio como pintor. La pincelada y el colorida dejan manifiesto que volteado a ver la riqueza de la Escuela mexicana de pintura y la asimila y la hace suya.
En cuanto a su obra escultórica encontramos modelados en barro y bronces. En la primera modalidad vale señalar un autorretrato en relieve que constituye un cuadro de cuyo centro surge el torso del adolescente artista, teniendo como fondo un tramo de la arquitectura de la casa paterna, y tomando en sus manos la que sería una pintura de la Catedral moreliana. En bronce, encontramos cinco piezas fundamentales: Cristo sacerdote, cabeza de Juan el bautista, Candelero navideño, Dolorosa y Guarecita con muñeca.
Su obra como arquitecto no es solamente como director o aseos de restauraciones, de las que da cuenta quien fuera presidente municipal de Morelia, Marco Antonio Aguilar Cortés. Como obra moderna hay que destacar el templo de san Martín de Porres en la capital michoacana-proyectado en 1961-; el templo de Cristo Rey como obra de integración al Centro Histórico. Y en el mismo lenguaje de cascarones, se presenta como novedad su maqueta para el templo de Mater Dolorosa, la cual se quedó como tal, como maqueta.
Rico e invaluable es su legado como historiador del arte, siendo quizá su máximo campo de expresión la revista Anales del instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, su casa académica durante 44 años. Un par de docenas de sus artículos consagrados al arte virreinal en Latinoamérica fueron reunidos en el volumen que lleva por nombre Trazo Proporción y Símbolo en el Arte Virreinal. Antología personal –UNAM-SECUM, 2006.
Solo menciono ahora algunos de sus libros: Estudio y proyecto para la Plaza Mayor de Morelia, 1960, De Guatemala a Nicaragua. Diario de viaje de un estudiante de arte, 1968, Glosario de términos arquitectónicos, 1971, 1992, 2002, Cigarreras mexicanas de oro y plata, 1976, Arte virreinal en Michoacán, en coautoría con Judith Hancock, 1978, Catedral de Morelia. Tres ensayos, 1989, Morelia. Ayer y hoy, 1993.
Por mi parte hasta aquí llego atento lector y espectador, no sin antes invitarte a que sigas tras las huellas de prolijo pintor, arquitecto y defensor del patrimonio Manuel González Galván.
*Artículo leído por el autor en el Centro Cultural Clavijero, a propósito de la presentación del dossier Manuel González Galván, tras las huellas de sus pasos, el viernes 24 de septiembre.