En 1992, en el marco de las protestas por los 500 años del llamado Día de la Raza o descubrimiento de América, la estatua del fundador de Valladolid hoy Morelia, Antonio de Mendoza, fue arrancado de su pedestal a fuerza de tirones.
La escultura, obra del artista Santos Sánchez, quedó en el piso hecha añicos, aunque fue repuesta posteriormente.
En 1991, la obra fue encargada por el entonces alcalde perredista Samuel Maldonado Bautista, para celebrar el 450 aniversario de la fundación de Morelia, aunque no estuvo a tiempo para los festejos.
En el 92, el llamado Frente Cívico Michoacano convocó a una marcha y concentración ante la figura del español. “Se invita a todos los michoacanos a la clausura de la estatua del Virrey de Mendoza, ubicada frente a la Casa de la Cultura de esta capital, el 12 de octubre, a las 12:00 horas”, rezaba la invitación que circuló.
Juan Carlos Martínez, dijo en el mitin previo en Palacio de Gobierno que el acto no era vandalismo, sino “un acto de justicia”. Aludió a que Antonio de Mendoza había sido el culpable de la matanza de 15 mil indígenas en el estado.
Según los registros de Cambio de Michoacán, también habló Santiago Bravo González, originario de Santa Cruz Tanaco, quien manifestó que los conquistadores españoles habían llegado a suelo purépecha “a destruir, imponer y masacrar a los indígenas, cortando de tajo con culturas dignas, serias y llenas de sabiduría”.
Santos Sánchez, el escultor, dijo sobre los hechos que era lamentable la destrucción de su obra. Cuestionado sobre si la misma debería reponerse, señaló que “la obra de arte debe ser respetad por ser patrimonio público, como era el trabajo en el que dediqué mi esfuerzo por un año”.
El 16 de octubre, el diario citado, Cambio de Michoacán, publicó una respuesta de integrantes del llamado Frente Cívico para defenderse de los términos que les habían endilgado los colaboradores del matutino, quienes los calificaron de bárbaros”, ignorantes”, “fascistas” y hasta “anticristianos”.
En su respuesta, proponían que sea erigido un monumento, en el mismo lugar en el que se encontraba el del Virrey Antonio de Mendoza, en honor delo Rey Tanganxoán, mismo que fue descuartizado por los conquistadores españoles”.
Sobre el planteamiento, que le fue formulado para que reemplazara la obra, el escultor Santos Sánchez la consideró imposible: “querían que se ejecutara en 15 días”.
Pero si Antonio de Mendoza fue un pacificador. La ignorancia es atrevida pero en el caso de los que hicieron ese acto, creo que es imperante.
Es una realidad que nos hace falta saber màs de historia y entender que una ciudad es rica por sus valores y que asì tambièn predominarìa el institnto de conservaci+òn de nuestra casa grande. La ciudad.