Cantera
Fue en una casa conventual, donde las doncellas combinaban sus disciplinas y oraciones con el arte culinario, del cual una de sus mejores manifestaciones es el rico dulce popularmente llamado ate.
El antiguo beaterio carmelita, es una edificación que se encuentra en la esquina de Valentín Gómez Farías y la calle Eduardo Ruiz, en el centro de la ciudad. Si se observa el lugar, será difícil entender a primera vista que ocurrió con su estructura original.
Los vestigios de una puerta en un muro tapiado y donde solo la esquina justamente parece conservar un muro original, dado que la totalidad de su frente hoy está compartido con un Juzgado Cívico del Ayuntamiento de Morelia.
Así ha transcurrido el sitio, que antes fue la Central Camionera de Morelia y donde en la mayor parte de su infraestructura se construyó un estacionamiento, concesionado por el gobierno municipal a una empresa privada.
Específicamente el beaterio se encuentra sin protección y rescate por parte de las autoridades municipales, ni del Instituto Nacional de Antropología e Historia, no obstante que en este espacio naciera el famoso ate moreliano y algunos rompopes gracias a las monjas carmelitas.
Siguiendo el libro de Raúl Arreola Cortés, Morelia y sus nomenclaturas (1991), el origen de la nomenclatura de las Carmelitas hoy calle Eduardo Ruiz, tomó su nombre debido a la existencia del Convento de las Monjas Carmelitas, ubicado a unos 300 metros hacia el poniente. “Era el beaterio de las Carmelitas de gran importancia y amplitud; construido gracias al interés y esfuerzo económico de Doña Ana del Tránsito y Silva quien en su afán de ser monja carmelita y al no haber un convento femenino de esa orden, logró su propósito en 1764.”
El autor menciona que, “los cronistas de la Ciudad de Valladolid y luego los cantores de Morelia, al igual que nuestros abuelos, aseguraban, porque así lo habían escuchado por boca de sus mayores, que fue en esta casa conventual donde las doncellas combinaban sus disciplinas y oraciones con el exquisito cultivo del arte culinario y una de sus mejores manifestaciones fue el rico dulce popularmente llamado ate, denominación purépecha que quiere decir dulce. Se afirma que en ese convento se inventó.”
Según estudios del arquitecto Manuel González Galván, durante 1850 este espacio estaba en funciones normales, pero al aplicar las Leyes de Reforma, las religiosas fueron exclaustradas, para volver en 1861, pero fueron definitivamente expulsadas en 1863. Su funcionamiento fue irregular a partir de 1864, a grado tal que en 1883 el edificio se encontraba en franca ruina.
A finales del siglo XIX algunos protectores o prestanombres, adquirieron el viejo edificio, lo restauraron y volvió a dedicarse su uso como Convento de Carmelitas; cambió su aspecto y aumentó su antiguo esplendor, permaneció en funciones hasta, después de la Revolución de 1910, cuando volvieron a exclaustrar a las monjas en los años 20 del siglo pasado.
Más tarde fue utilizado como Almacenes Oficiales de Semillas, incluso la capilla de estilo neoclásico y en general todo el convento. El resto del edificio lo convirtieron en vecindad mal adaptada.
Por fin el gobierno lo adquirió, pero no para restaurarlo sino para demolerlo, lo que ocurrió en los años 60 para ahí construir la Central de Autobuses e inaugurarla en septiembre de 1971. Ahí permanecería hasta el año 2001 y en 2017 fue remodelado el inmueble para formar parte de las oficinas administrativas de la policía municipal.
Glosario:
Beaterio. Casa en que viven las beatas formando comunidad y siguiendo alguna regla.