Juan Cabrera Aceves
Este bello kiosco, que nos tocó restaurar en el 2004, me llevó gratas sorpresas tanto de la investigación histórica, como de su tipo, diseño y funcionamiento, que fuimos descubriendo en el mismo proceso de intervención.
De manera resumida, comento aquí que encontramos que lo trajeron de Inglaterra en 1887, y venía desarmado en columnas, vigas, ménsulas, maderamen bastidor del tornavoz y su cubierta de lámina de zinc en cuyo intradós vimos que están los sellos originales (de una empresa real, al parecer con la figura de la reina Victoria).
Los kioscos tienen una función de albergar grupos musicales, con finalidad acústica radial a la expectación de un público de una plaza abierta. La parte inferior se llama “caja acústica” que debe tener piso de madera y la parte alta de techumbre es también caja acústica con plafón igual de madera, que se llama “tornavoz”, así lo describe la gaceta Libertad número 33 del año 1897, refiriéndose al kiosco de Uruapan que se estaba fabricando en la Escuela Industrial de Morelia, en el hoy Palacio Clavijero, al cual aún le faltaban el contravoz y su caja acústica. Así, los sonidos musicales interactúan entre ambas cajas y sin ecos de distorsión, por su diseño, se transmite el sonido radial a toda una plaza expectante.
Estos pabellones cuya moda llegó de Europa en la segunda mitad del siglo XIX, generó una modalidad de grata convivencia cultural en esos espacios abiertos comunitarios en nuestras ciudades y pueblos. Curiosamente, este kiosco tiene marcas en todos los elementos para su orden de ensambles y ser armado correctamente en cualquier sitio. Por supuesto que cada lugar construía el zócalo ochavado de la caja interior (normalmente de cantería), a la altura especificada.
Los músicos ingresan con sus instrumentos por una puertecilla angosta de la caja acústica baja, y suben al interior por una escalerilla, (¡excepto el que trae el trombón grande o tuba, pues ese no cabe por ahí, y lo tienen que subir brincando el barandal!).
De este kiosco se tomó el modelo para fundir, fabricar y construir la mayoría de los existentes en Michoacán. Fue inaugurado el siguiente domingo después del 7 de abril de 1887, con un concierto de participación con la Banda “Mariano Jiménez”, la Banda del Octavo Regimiento, la Banda del Estado y la Banda de la Escuela de Artes, compuesta por 70 pequeños músicos, “estando todas ellas, excepto la del Estado, bajo la acertada dirección del maestro (Encarnación) Paven (…) en la noche la Sociedad Filarmónica Mariano Jiménez, dio una escogida serenata en el nuevo kiosco”. (Gaceta Oficial del Gobierno del Estado número 159, pág. 3, 7 abril de 1887).