Jorge Albarrán Díaz
A Rafa,
que su constelación nos
acompañe para no dejar de luchar
Hace algunos días leí que Carla Escoffié escribía en tuiter “el autoritarismo y el fascismo están teniendo mucho auge porque hemos perdido la capacidad de creer que las cosas pueden ser diferentes…”; y sí, a ratos la esperanza pareciera ser una cosa inalcanzable que se desvanece frente a nosotros, pero es ahí, entre la bruma espesa de la resignación y la incertidumbre, donde se abren los resquicios relampagueantes de la mitología benjaminiana que ilumina los urgentes Otros Mundos Posibles.
?Inserta en el corazón de la misma ciudad donde Dussel y su generación de filósofos latinoamericanos llamaron a la construcción de un pensamiento que se atreviera a tomar partido por la emancipación anticolonial, la Secundaria Popular Felipe Carrillo Puerto se levanta para señalar que sí existen otras formas de hacer, de ser, de pensar, de sentir… de educar para enfrentarnos a la vida.
Desde su situación como “Otro Lugar”, la Popular incomoda porque nos muestra el camino de una pedagogía que se aleja de los mecanismos de producción capitalista; y por el contrario, se encamina hacia un modelo popular, colaborativo y enfocado en el pensamiento crítico, donde el tiempo y el trabajo de la labor docente y administrativa se dona en función del derecho que tenemos todes de acceder a una educación totalmente gratuita. El alumnado y los docentes se involucran directamente en las actividades requeridas para mantener a flote la institución, fortaleciendo el sentido de pertenencia y cooperación horizontal que les permitirá aprehender vínculos y redes sobre las cuales sostenerse.
Durante más de 47 años, sus muros de cantera han protegido a los adolescentes de ese mundo exterior que muchas veces los ha violentado y rechazado, configurando un espacio que brinda calidad académica, además de –¿y acaso más importante?– desarrollo de pensamiento crítico que se atreva a gritar, a cuestionar y encaminar divergencias a la estandarización que busca homologar las formas de hacerle frente al mundo.
Custodiadas por el rostro de los revolucionarios que pueblan el imaginario latinoamericano, las aulas de La Popular educan a una juventud que mire el futuro con la esperanza enraizada en la acción y la protesta… y pues por eso la autoridad estatal no la quiere, porque como ya señalaba Hanna Arendt en su banalidad del mal, los autoritarismos ocupan de esa resignación burocrática, despolitizada y carente de ideas críticas, donde la posibilidad de cambio se vea tan inalcanzable, tan absurda, que lo “lógico” se vuelva desistir. La autoridad hegemónica ocupa desaparecer la esperanza para ejercer su poder con impunidad.
En este transitar aislados y enajenados, es donde La Popular con su alternativa pedagógica y cultural, incomoda a quienes amenazan nuestro horizonte con sus discursos violentos y sus promesas de política vacía que hablan de libertad económica, pero restringen la libertad de ser y existir fuera del orden hegemónico. Resistir desde las aulas de una secundaria acaricia la utopía, pero contra la violencia capitalista que amenaza con desalojarlos y devorarlo todo, se vuelve necesario luchar “con la cabeza fría y el corazón caliente”, escribía el compa Nicanor.
Sacar a la calle el marxismo de las nubes que se aglutina en los circuitos académicos hiperespecializados, como lo hace La Popular, y ejecutar una pedagogía de la esperanza que se atreva a defender la educación como una trinchera.