BAJO EL RESPLANDOR CREPUSCULAR
Atenas López Pintor
Agradezco su asistencia, la presencia de la escritora Virginia Moratiel y la invitación de Miguel Ángel, por adentrarme en este mundo poético y en esta cuidada edición que sorprenderá gratamente al lector.
En una primera aproximación, el lector podrá ver en la portada del poemario un conjunto de pájaros que miran hacia arriba, que no emprenden el vuelo y que parecieran escuchar y reflexionar lo que bajo el crepúsculo se escribirá; entendiendo por crepúsculo, nos dice la RAE, “la claridad que transita hasta que sale el sol, y desde que este se pone hasta la noche” o “la fase declinante que precede al final de algo”[1]. Pero, ¿qué puede encontrar el lector en el tiempo que dura el crepúsculo? ¿Qué puede develar el lector bajo ese resplandor crepuscular? ¿Qué nos sugiere este poemario?
La autora nos menciona que el libro está compuesto por un poema visual y veintiún poemas de desamor y una canción esperanzada. El título hace alusión a los “Veintiún poemas de amor y una canción desesperada”, del poeta chileno Pablo Neruda; solo que a diferencia de éste, la autora nos remite al desamor y no al amor, a la canción esperanzada y no a la canción de desesperación, además de integrar un poema visual. Este recurso de indicios del aspecto ingenioso de la autora, pero también de un poemario que reconfigura su propio lenguaje entre la tradición poética.
La poesía de Moratiel no es predecible, ni muestra imágenes repetidas entre poema y poema. Cada propuesta poética es única, autónoma y se gesta desde una motivación distinta; que condensa un nuevo viaje, observado en las escenas cotidianas de Nueva York, el mar, Coyoacán, Buenos Aires o Madrid. Su poesía esboza una historia, gesta una problemática y desde un lugar inesperado, responde y despierta múltiples reflexiones en el lector. Su escritura es un crescendo que resuena en el alma de quien la escucha y siempre cierra con fuerza en el último verso. Sus poemas se escriben para el resplandor. El poemario es la voz de alguien que observa el entorno, lo reflexiona, lo vive y lo lleva a la creación poética. Cada escena poética es una escena que explora la condición humana, y su actuar ante distintas situaciones: la poesía es el medio.
Sus poemas solicitan un lector activo, como lo muestra el primer poema, titulado: “Poema visual”. En éste, como puede apreciarse, la autora demanda una aproximación distinta con el libro para descodificar la poesía en una época contemporánea; donde la poesía no es únicamente un componente visual. La poesía, menciona, “es música amorosa que se desliza entre los dedos”, y “te sana con el bálsamo del verbo,/ viene en ayuda para mitigar la soledad” (Moratiel, 2021: 5-6). La poesía “te seduce con la magia de lo bello,/ aunque lo haga surgir de la inmundicia,/ para amorosa enseñarte que somos uno/ y consolarte disuelta en la fraternidad” (Moratiel, 2021: 6). La poesía, entonces, aparece como un consuelo ante la destrucción, ante los eventos del 11 de septiembre, el Holocausto e Hiroshima.
El poemario de Moratiel pareciera construirse desde dos momentos: el primero, la poesía que se aparece desde distintos escenarios y el segundo, la poesía del desamor desde el contexto de la idealización del romanticismo. De la primera parte del poemario se desprenden los títulos “Yo no soy poeta sino una generación”, “Crepúsculo”, “Cantando a la banca desde la zanja”, “La dama blanca”, “La envidia”, “Idealizaciones con canela en rama”, “El país de nunca jamás, “Fascinación marina”, “Lamento de extranjería” y “Disrupción urbana”.
En cada uno de estos poemas, la autora destaca imágenes poéticas muy específicas, que hacen referencia a otros escritores. Por ejemplo, del poema “Cantando a la banca desde la zanja” destaca la alusión a la poesía de Quevedo, poeta del siglo de oro español, en la frase: Poderoso caballero/ es don dinero (Moratiel, 2021:13). Y en los verso Altiva entona la banca/ el cuento del rey desnudo/ e inventa trajes desnudos (Moratiel, 2021:13), el lector podrá encontrar alusiones al cuento “El traje nuevo del emperador”, de Han Christian Andersen; en tanto que en “La envidia”, la autora entreteje entre sus versos un homenaje a la poeta Sor Juana Inés de la Cruz. Pero en “El país de nunca jamás”, aunque el título remite a la isla fantástica de Peter Pan del escritor J.M. Barrie, el poema dibuja la soledad, el olvido y la ingratitud[2] visible en los parajes de la época navideña.
De estos primeros diez poemas se desprenden temáticas en torno a la muerte, el robo, la envidia, la locura, los atentados terroristas, las guerras, la denuncia, la ingratitud, las diferencias entre los indigentes de Nueva York, Madrid, Coyoacán y Buenos Aires, la contaminación ambiental en el mar, la sensación de ser foráneos en este, en otro país y muchas veces, con nosotros mismos[3] .Finalmente, la autora describe, desde una ingeniosa idealización, el anhelo por poder cocinar la realidad; por trocear la realidad en dados pequeños.
Los poemas de Virginia Moratiel son crescendos de emociones, de reflexiones e inclusive, su poemario se articula como una música de distintas músicas, que alcanza su clímax y resuelve en una canción de esperanza, que espera ser interpretada desde la libertad. Su poesía mantiene al lector a la expectativa. Su poesía lleva reminiscencias de otros autores, de otros viajes y de nuestra vida. La poesía de Moratiel no se encasilla en una única imagen poética, no tiene límites. Su escritura recorre múltiples tradiciones poéticas para construir la propia. Su lenguaje es elegante, preciso, estudiado y cuidado. Su poesía, sutilmente, es un motivo para la denuncia y para exponer temáticas que debieran despertar la preocupación, la reflexión y el actuar, por aminorar los estragos de un futuro.
En un segundo momento, el poemario reflexiona en torno al desamor. El poema de “La peste” marca el inicio del desamor en sus distintas caras y voces, que aparecerá en los poemas de “Por no haberte escrito los versos más hermosos”, “Descubriendo veinte años de mentira”, “Lágrimas de sangre”, “El pecado de perdonar”, “Pasión de suicida”, “Alcé un tomate y lo creía una flor”, “Pensamientos-gallo anunciando amaneceres ya pasados”, “Aduraznada Nada Modelada en Estocada”, “Dios quiero ver Tus huesos” y “Paraísos Artificiales”.
De nuevo la autora hace alusión a otras obras. El poema titulado “La peste” evoca al libro de “La peste” de Albert Camus; pero a diferencia de Camus, Moratiel se refiere al amor-desamor. Mientras que “Pasión de suicida” remite a la vida y obra de la escritora argentina Alejandra Pizarnik y el título del poema “Alcé un tomate y lo creí una flor”, entona uno de los versos del tango “Fangal”, del argentino Enrique Santos Discépolo.
A partir del poema de “La peste”, cada creación poética expone los motivos del desamor, expresados en el amor efímero, el engaño, la traición, el arrepentimiento por haber concedido de nuevo el perdón, la mala elección, la perdida de la identidad en la vorágine de lo se creía era amor, la dependencia emocional, el abandono, el deseo, la develación de la verdad y la decepción: hechos que crean un escenario entre una víctima y un victimario.
Ello se lee en el poema “La puerta siempre estuvo abierta” [canción esperanzada].
“Te embaucó fingiendo que para él eras su gran amor,
y, valiéndose de tu empatía, de tu deseo de ser mejor,
te hizo renunciar a todo hasta quitarte las plumas una a una
para, ya desollada, dejarte sin alas con las que volar.
(Moratiel, 2021: 55).
Después de estas ráfagas de falso amor, la autora nos lleva a buscar un amor más profundo que carece de verdugos y de engaño: el amor propio; el principio para conocer el verdadero amor. Además, en este último poema, titulado: “La puerta siempre estuvo abierta (canción esperanzada)”, cabe la imagen inicial de los pájaros, de nosotros y el vuelo hacia la libertad bajo el resplandor crepuscular. Somos la canción de la esperanza. La puerta siempre estuvo y estará abierta. Estamos y estaremos listos para volar.
Bibliografía:
Moratiel, Virginia. (2021). Bajo el resplandor crepuscular. México: Silla vacía Editorial.
[1] Recuperado de https://dle.rae.es/crep%C3%BAsculo
[2] Una vieja se emborracha. /Sola,/ tantas veces sola. /Sola dio a luz a sus hijos/ Sola los educó/ Sola les entregó todo lo que tenía./ Sola se quedó para que otros vivan./Sola se murió. /La soledad es la ingratitud de los que te maman (Moratiel, 2021: 21).
[3] La extranjería entraña peligro/ porque encubre disidencia,/ pero foráneos somos todos (Moratiel, 2021:27).