Geográficamente ubicada a unos 12 kilómetros del Centro de la capital michoacana el humedal de la Mintzita, actualmente está habitado por la Comunidad Ecológica Jardines de la Mintzita, que han buscado recuperar el entorno de su hábitat como motor de vida para el bienestar común, pero ha sido en las más recientes décadas que se han visto atropelladas sus actividades de conservación desde la fábrica papelera y sus desechos contaminantes hasta lidiar con intentos de fraccionar las tierras para vender los terrenos cuando es una zona protegida por el decreto de sitios RAMSA (2009) relativo a la conservación y uso racional de los humedale.
Jesús Ramírez y Eliseo Guerrera, quienes son habitantes de dicho asentamiento en entrevista para Radio UVAC, la noche de ayer mencionaron junto a Nicolás Vargas Ramirez, maestro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UANM), en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) en Morelia, que esta zona que abarca alrededor de 39 hectáreas abastece cerca de 300 mil habitantes en la ciudad con un flujo de mil 500 litros por segundo de agua potable.
Sin embargo, al establecerse en esta zona la papelera de Cepamisa a finales de los 70, el espejo de agua se contaminó tanto que acabó con especies para la pesca, además la zona agrícola contamina sus productos con agrotóxicos que al regarse erosionan la tierra y contaminan el manto.
También en 2005,el gobierno de Michoacán publicó un decreto para proteger La Mintzita y el área de amortiguamiento (una superficie total de 419.6 hectáreas), para impulsar estrategias de conservación, restauración y manejo sustentable de los recursos naturales, pero al contar con dos decretos, el RAMSA y el estatal, se han perdido atribuciones y no ha claridad para saber qué competencia tendría cada uno en la labor de denuncias en contra de quienes no siguen dichos estatutos.
Un problema más reciente es el de las pipas surtidoras de agua que llegan durante todo el día a cargarse del vital líquido y que además es un uso incontrolado del recurso natural. Por otra parte los escombros de construcción que se localizan sobre Avenida Cointzio, así como el relleno sanitario creado en 1985 que tiene cauce para el Río Grande y salida a la Mintzita, son causantes de encharcamientos y aguas negras; se suman los conductos subterráneos que llegan a la Mintzita y que son más de 20 y van desde Villas del Pedregal hasta la colonia San Pedro, la zona poniente de la ciudad.
Por si no fuera suficiente la promoción de los Ayuntamientos para otorgar permisos a constructoras que abren fraccionamientos como Los Mezquites en áreas protegidas y sus alrededores. La quema de pastizales es un foco de atención alarmante que además acaba con flora y fauna, irrecuperables. Así como la minería promocionada también en zonas cercanas como el cerro del Águila.
Desde el 2001, la comunidad se ha preocupado por la sustentabilidad y sostenibilidad del lugar así continúan con comisiones para el cuidado de la flora y fauna, del agua, manejo de drenaje y no pavimentar, entre otras más. La comunidad de la ecología se ha fortalecido con alianzas académicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Además de consolidar el Tianguis la Gotita que brinda orientación a diferentes colonias sobre el manto acuífero y sus habitantes que están en una lucha constante del día a día y tomar el territorio como un ser viviente que aloja una riqueza natural.
Las autoridades municipales, al decir de los comuneros, desde el 2020 no se han presentado y hay gran ausencia de ellos. Fue a partir de los intentos de fraccionar los terrenos en el pasado mes de febrero y los incendios presentados recientemente que la Secretaría de Medio Ambiente se hizo presente. Se esperan coordinar todas las dependencias que tienen vinculación como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA); al Ayuntamiento, el OOAPAS, el IMPLAN pues es necesario trabajar el Plan de Desarrollo Urbano de Morelia sin afecciones a esta zona reservada.
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